Amanecer

Son las 5:49 de la mañana, todo el mundo duerme, (excepto mi pequeña hermana, que, a pesar de la hora, lleva un rato trabajando). Curiosamente estoy viendo en una serie de televisión; una persona se despierta en el sofá, se ha quedado dormido viéndola, lo mismo que me ha ocurrido a mi hace hora y media.

Me acompañan un café, una botella de agua y alguna cosa más. Toda la semana deseando que llegue el finde para dormir y, mi descarado insomnio, se ha propuesto no permitírmelo. Me ha dejado aquí en el mismo sofá que ejercía de cama hace un rato.

Repaso mi aún inacabado día: emociones, mucho trabajo, otro post en mi blog, despedidas y, la gran noticia: una vida ha llegado al mundo, un nuevo miembro de la familia. Bienvenida pequeña!! Aún no sé cómo te llamas, pero si tu carácter en algún momento se parece al de tu padre, llevas la esencia de nuestro apellido en tu ADN.

Escribo, algo me ha venido a la mente y, no he podido resistir la tentación de encender el ordenador, para plasmarlo, que no lo olvide, y cada palabra se conserve impresa en mi pantalla. Después de leerlo, me ha gustado, no es nada triste, ha quedado precioso. Suena pedante, ya lo sé, pero son mis pensamientos más íntimos en un amanecer. Algo que no publicaré, al igual que otras cosas que guardo aquí, en mi otra memoria.

Debería estar cayéndome de sueño, no obstante, me siento «despierta», estoy bipolar (jejeje), hago un post y al mismo tiempo reflejo lo que me ha inspirado. Dos escritos: uno público y otro privado, una especie de diario.

Así en frío suena deprimente, preocupante. Alguien que no duerme, y teclea sin parar exponiendo lo que le ha llegado a la primera neurona que se le ha encendido. Pero no es tan grave como parece, escribir lo que se piensa es un buen ejercicio para conocerse uno mismo, máxime cuando ello no produce dolor, más bien una agradable sensación de estar haciendo lo correcto, algo que te gusta. Desarrollar una afición, cumplir una meta.

En ocasiones he mentido a los demás, diciendo que estoy bien, o cualquier otra cosa distinta de la realidad, cuando no ha sido así, pero lo que nunca he hecho ha sido engañarme a mí misma. Soy crítica conmigo cuando debo serlo, a veces más de la cuenta. Ahora, también lo escribo, para que, pasado un tiempo pueda recordarlo. Y me cuento lo malo, pero también lo bueno, ya no me guardo nada y…. Sinceramente, esto ha sido bueno.

Y después de varias horas, atender a mis quehaceres y volver al ordenador, lo leo nuevamente y me siento aún mejor. En vez de estar frustrada por una noche de poco descanso, estoy agradecida por haber despertado para escribir algo que me reconforta, y me hace ver que estoy en el camino correcto. Me siento orgullosa de mis palabras, de intentar hacerlo cada vez, un poquito mejor, tanto como persona y en mi retomada afición.

Quizá algún día, lo cuelgue, sin importarme quién lo lea, o lo que pueda pensar. Para mí ha sido un bonito momento en el que he vuelto a desgajar mis emociones; que lejos de ser tristes, me han servido para conocerme, superarme, practicar mi pasión por escribir y hacer de una noche de insomnio, un bello instante.

La teoría cuenta, cómo al despertar, nuestro cerebro necesita algún tiempo para eliminar las sustancias químicas que han generado el sueño y las sustituye por cortisol, para empezar a «funcionar»; algo que experimento casi a diario, cuando camino cual alma en pena por mi casa, cada mañana al levantarme. Esta madrugada no fue así, mi primer pensamiento fue escribir, teniendo muy claro sobre que quería hacerlo. Probablemente, no me volverá a ocurrir, doy gracias por ello… Como alguien me ha recordado hace un par de días, a la vida hay sacarle lo bueno de cuanto nos acontece.

 

«Cada amanecer es un nuevo capítulo en tu vida esperando ser escrito». Juansen Dizon.
 

 

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